viernes, 31 de agosto de 2007

La tarjeta

Era una tarjeta, supongo, como todas las demás.
Y supongo que esta manera de introducirla se parece a muchas otras que he leído antes, así que alegaré en mi defensa que se debe a la influencia literaria, no me gusta acusarme a mi misma de tener poca originalidad.

Como decía, aquella tarde cuando tus tíos vinieron a hacerte una visita, cuando se presentaron con una calida sonrisa y una caja de cuarto de kilo de pastas de té, después de pensar que no contaban con mi presencia, vista la poca cantidad de pastas que traían, no pude más que mirarte a los ojos para autoconvencerme de que yo tenía tanto derecho de estar allí como los demás.
Había pasado muchas noches a tu lado, más de las que les hubiera gustado y había disfrutado de tu cuerpo una y otra vez, sin ver saciada del todo mi necesidad por ti.

Llevabas dos semanas ingresada y en esas dos semanas solo había rozado tus labios en las pocas ocasiones en las que tu familia nos dejaba un poco de intimidad.
Supongo que los únicos dedos que tocaban mi sexo eran los míos y solo podía mirar mis propios pechos o alguno que otro que se me colaba en un anuncio vía internet.
Como he dicho, la tarjeta de tu tío era como todas las demás. Blanca, con letras cursivas y un sello de su empresa supongo. Lo cierto es que no le presté mucha atención a ese detalle. Me has dicho muchas veces que no presto atención, pero yo no lo veo de esa manera, yo extraje de ese gesto lo que para mí tenía importancia.

Yo soy tu pareja y el día en el que tus tíos se presentaron por primera vez en el hospital se presentaron extendiendome una tarjeta de visita.
fue una primera impresión bastante fría, como podrás imaginar pero no hay que fiarse de la primera impresión, eso dicen, y nunca me ha gustado juzgar precipitadamente a quienes me rodean y a quienes no lo hacen.

No hice mal. Supongo que esa manera tan fría de acogerme no era más que una fachada, tal vez más evidenciadora de sus intereses hacia mí.
Cuando salí a tomar el aire salió conmigo y volvió a darme una tarjeta de visita.
Me quede un poco perpleja, podía entender que no les cayera bien. Que para ellos no fuese más que una bollera aprovechada, pero no me gsutaba que me humillaran de esa manera, no era tonta. Esta vez mi primera reacción fue mirarle a los ojos y hacerle saber que me incomodaba su presencia. Pero por lo visto a él no le incomodaba la mía.
Me dijo que cogiera esa tarjeta de visita y entonces advetí que ésta era diferente a la anterior. Posó su mano sobre mi sexo y con una caricia me lo dijo todo.

Nunca supe si querían tenderme una trampa. si tu tío era un adulto con falta de sexo que quería aprovecharse de mí o si era yo quien lo necesitaba a él.

NO me atraía especialmente, pero tampoco me atraías tú.
Yo no estaba lo suficientemente confundida como para excusarme diciendo que la situación me aturdía o que la responsabilidad de las ultimas semanas podía conmigo.

Sabes que no me gsutan las excusas. Me gusta el olor de la lluvia y me gustó sentir su cuerpo pegado al mío todas las veces que le visité.
Ahora estamos bien otra vez. Igual de bien que entonces. No me atraes más. No me atraes menos. Como siempre disfruto de tus caricias y disfrutas con mis besos.
Pero sé muy bien que lo has percibido todo y por lo tanto de nada sirve hacerte saber que he tirado esa tarjeta. Conozco bien su dirección y no la necesito, pero sabes que siempre nos hemos comunicado de esta manera. Y si te digo que tu familia se ha portado mal con nosotras, sabrás que es verdad, pero también sabrás que yo soy el obstaculo más grande en nuestra relación y como soy consecuente con mis actos de nada sirve que te diga que lo nuestro debe terminar por terceros.
Lo nuestro terminará el día en el que una de las dos lo decida.

1 comentario:

AMY THOMPSON dijo...

Hum...

Es algo que... Te deja sin palabras... Parece que lo a escrito alguien`profesional (aun que no pongo en duda la profesionalidad de Betty!! jaja)

Pues nada mattia!! muxuk!!Jarraitu orrelaaaaaaaaa dejandonos con la baba al aire!!